Proyección de la película INVASIÓN (1969, 124 minutos) de HUGO SANTIAGO.Crítica de Claudio Huck
El mito
La película que hoy tenemos el gusto de presentar puede catalogarse de mítica por varios motivos. Primero, porque durante muchos años fue una rareza, un incunable que sólo sobrevivía en copias VHS que eran jirones del original: la estupenda fotografía del gran Ricardo Aronovich había mutado en un desteñido y uniforme gris blancuzco y el audio era francamente inaudible. Sobrevivía alguna copia en celuloide en la Cinemateca Argentina que competía en calamidad con las circulantes en video. Recordamos una proyección a comienzos de los años ’90 en la sala Lugones del Teatro San Martín de Buenos Aires que se dio ¡con los rollos cambiados!, lo que acrecentaba el efecto de extrañeza que provoca de por sí el film. Tenemos que señalar que la película, prohibida durante la dictadura militar, sufrió el robo de los negativos en el laboratorio Alex, y por ende, no podían hacerse nuevas copias. Parecía que la temática conspirativa de Invasión había escapado del celuloide y se imponía a la realidad, tratando de vedar a las nuevas generaciones de una obra excepcional de nuestra cultura y por muchos considerada la mejor película argentina de todos los tiempos, cosa que no dudaríamos en rubricar si no fuese por la existencia de Leonardo Favio.
El mito también es evocado en forma directa en el nombre de la ciudad donde se desarrolla el drama, Aquilea, de evidentes ecos homéricos. Y en los personajes; no hace falta horadar sus máscaras para darse cuenta que son arquetipos.
A su vez, el film desarrolla de manera excepcional uno de los mitos fundamentales del cine fantástico, y lo declama desde el título mismo del film: Invasión. Los intrusos de Aquilea no son una fuerza extranjera (hablan igual que los habitantes, no se sospecha siquiera otro acento) sino una potencia extraña e incierta sin una meta concreta, sólo un fin y que es la acción de invadir, hecho que es el argumento del film.
El argumento, el guión
Es sabido que el argumento del film fue imaginado por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares y el guión ejecutado por Borges y el director, HUGO SANTIAGO. La colaboración entre los tres fue tan fructífera y placentera que reincidieron en la escritura de otro film, Les autres (Los otros), aún más maldito que Invasión: aún es absolutamente inhallable en Argentina bajo cualquier formato, solamente fue exhibido hace algunos años en el Bafici porteño. Convoquemos al mismísimo Borges (1) para que nos explique qué acontece en la película:
“Se trata de una situación fantástica: la situación de una ciudad (la cual, a pesar de su muy distinta topografía, es evidentemente Buenos Aires) que está sitiada por invasores poderosos y defendida –no se sabe por qué– por un grupo de civiles. Esos civiles no son desde luego esa versión nueva de Douglas Fairbanks que se llama James Bond. No: son hombres como todos los hombres; no son especialmente valientes, ni, salvo uno, excepcionalmente fuertes. Son gente que trata simplemente de salvar a su patria de ese peligro y que van muriendo o haciéndose matar sin mayor énfasis épico. Pero yo he querido que el film sea finalmente épico; es decir, lo que los hombres hacen es épico, pero ellos no son héroes. Y creo que en esto consiste la épica; porque, si los personajes de la épica son personas dotadas de fuerzas excepcionales o mágicas, entonces lo que hacen no tiene mayor valor…De modo que hemos inventado (no se con qué fortuna) un tipo nuevo de film fantástico: un film basado en una situación que no se da en la realidad, y que debe, sin embargo, ser aceptada por la imaginación del espectador… Quiero recordar además que Troilo ha compuesto, para una milonga cuya letra es meramente mía, una música admirable. Creo además que el cinematógrafo, como otros géneros (el teatro, la conferencia), es siempre una obra de colaboración…creo que el éxito de un film, de una conferencia, de una pieza de teatro, depende también del público. En todo caso hemos inaugurado un género nuevo –me parece– dentro de la historia del cinematógrafo.”
